miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ya estamos en noviembreeee?!?!

¿Pueden creerlo?
Si este año, fue particularmente ajetreado (no me pregunten por qué, pero siento que fue así), llegado este mes casi pisando la recta final, siento esa angustia felipesca de todo lo que quedó en el camino.

Dejé un tiempo (largo) de escribir acá y también dejé de visitarlas.  No eran ustedes, era yo.
Y era esa sensación de "qué voy a aportar si no tengo nada para decir?".  Aaah, por favor!  Es muy feo sentirse así.

Y empecé con el famoso: y bueno, lo cierro... cierro la hamaca y chau.

Pero la experiencia demuestra que, siempre que arrancas con esa frase, pasan cosas:

Una vez, pasa que una amiga te dice que no seas tonta y sigas escribiendo que ella se divierte.  Bueno, por mi amiga.  No escribo, pero no lo cierro.

Otra vez, pasa que lees que a alguien le ocurre lo mismo, tiene esta crisis existencial virtual.  Bueno, somos dos, somos tres,  somos varias... entonces seguro que esto se supera, no lo cierro.

Otro día, ves publicada la tercera edición del intercambio postal de Pau y Marga, y es condición sine qua non tener blog.  Ok, acá queda, abierto (lo del intercambio, pueden verlo en el botonito de acá al lado).

Otro día, lees los comentarios de Flor de Geminiana y decidís que queres hablar con ella, pero no sabes como comunicarte.  No da ir a dejarle un comentario nomás en el último post. (Aunque acabo de hacerlo). Pero acá la espero porque quiero que me pase su receta de pochoclos para acompañar una cerveza.

Y finalmente, pasas por lo de Lau y mientras la lees, te lees y sentís que para algo debes estar.
Ahora ponete las pilas, y averigualo.
No queremos calientablogs por acá...